Cambiar de equipo

Buenos días; inauguro este cuaderno con una instructiva entrada.

Cuánta razón llevaban aquellas palabras, Evaristo lo cantó “Era un hombre ahora es poli”, nunca el punk patatero estuvo tan acertado. Hay pues, en el fútbol, casos de palmaria traición, de ultraje a unos colores. El chaquetero no ha de quedar impune, y en el imaginario futbolístico colectivo, efectivamente, no suele quedar. Y digo suele. Veamos algún ejemplo reciente; en la temporada pasada con motivo de la celebración del derby madrileño Atlético de Madrid- Real Madrid, el jugador gaditano (cedido por entonces en el Mallorca, pero propiedad del Club Atlético de Madrid) manifestó indiferencia ante el resultado del clásico. “Me gustaría que empatasen, guardo buenos recuerdos de mi etapa como merengue” vino a decir el malnacido. Un club mínimamente serio ( el aleti, claro, no lo es) hubiese despedido ipso facto al jugador, por traidor, habida cuenta de que vendió su dignidad. El buen y honrado aficionado atlético, estas cosas no las debe perdonar.

Ese mismo año y precisamente en otro derby entre ambos equipos el utillero del Atlético (después de sopotocientos años de fidelidad a los de la ribera del Manzanares) fue, esta vez sí, despedido del club tras haberle pedido un autógrafo al simpático guardameta de la mafia Iker Casillas. Una de las pocas cosas coherentes que ha hecho el señor Cerezo en su vida. Dos evidentes ejemplos de traición, de mala educación surgidos en el mismo club, que, dirimió con dispar criterio el desenlace de los mismos.

Jurado, centrocampista fino, elegante, de apellido artístico, era un hombre (vikingo, pero hombre al fin y al cabo) y ahora es poli. No me entra en la cabeza cómo puede vestir la elástica rojiblanca. El utillero desleal lo mismo. Están del otro lado de la realidad, han pasado a engrosar las filas de la maledicencia y el mal. Sus actos han de pasar factura tarde o temprano. Me vienen a la cabeza varios ejemplos más (Paco Clos, Joseba Etxeberría, el inglés Sol Campbell, entre muchos otros, ¡ah! el último y muy grave episodio de felonía; Garbajosa: capítulo aparte merece el niñato ñba) pero los arriba mencionados me valen para ilustrar el asunto.