sábado, 30 de octubre de 2010

Magnífica lentitud


De pequeño me dijeron (no, no es una canción del plasta de Ismael Serrano) que había un grupo de seguidores que acompañaban allí donde toreaba al maestro de Camas, al Curro Romero. Se sacaban el abono-temporada-curro. Planeaban sus vacaciones dependiendo de dónde faenaba el diestro. Lo seguían con el brío y la potencia del hoy fan quinceañero de, pongamos por ejemplo, Jonas Brothers. Un miércoles en Écija, mañana en Valdemorillo, el viernes en la Illumbe donostiarra. Allá vamos, a ver ese pase de pecho sin parangón, ese último desplante. Yo, prepúber, no entendía nada de esto. ¿Gentes que recorrían nuestra ancha piel de toro para ver ya no una corrida, sino un gesto del matador de turno?. No entendí pero me quedé con la copla.

Es posible que este fin de semana reaparezca tras grave lesión de rodilla Juan Román Riquelme. Noticia desde luego nada baladí, el Torero no corretea desde mayo por las canchas argentinas. Son muchos meses sin ver al mediapunta diferente, sin ver la pared magistral, el centro-chut criminal, la picadita al centro delantero, el golpe franco seco, por abajo, luego te engaño y te la tiro arriba Carrizito mío. Después de ver el juego de Román llego a comprender, ya pospúber, a la fidelísima parroquia currista. Corríjanme, pero que yo sepa sólo dos jugadores han pasado por Argentinos Juniors, Boca Juniors y F.C. Barcelona. El otro tiene hasta su propia iglesia. Al otro -que veo hoy en el telementiras que recibe un homenaje- a ése mismo, al Diego, el infinidad de veces tildado de pusilánime y de pechofrío Román tuvo las santas narices de llevarle la contraria. Y se negó a ir a la selección mientras Marado dirigiera a sus coleguitas. Encararse con Dios no es cosa buena, farfullaban Grondona y el impresentable de Bilardo. Bien, no se me moleste la hinchada argentina, pero así les fue. Ganaron a Nigeria. Y a Corea. Palermo, eso sí, apuesta personal del Pelusa, jugó y mojó.

Ajeno a todo ello, en la otra orilla, del otro lado de la partida, hace que no está pero está, el diez de Don Torcuato, a lo suyo. De verbo pausado y profundo como su juego, Román es una rara avis del fútbol actual. Con Benítez, Mou y demás Magureguis del tocomocho, esta clase de jugador -el diez puro, el último pase, el que no corre- más vale se dedicara a otra cosa. Este fin de semana contra Argentinos o el siguiente a lo mucho en el clásico contra las gallinas la liga argentina vuelve a contar con el mejor, el muchacho timidote que los vikingos -valientes paletos- descubrieron en el 2000. Makelele, Helguera y compañía aún andan buscándole.

Cuando mi -ilustre colchonero- amigo Peri me llama una tarde de noviembre y me dice "Jon, está hecho". Hemos fichado a Gra(Motta) y al Torero. Lo han dicho en la radio. ¿Estas seguro, Peri? ¿A Román? Está hecho, Sorasu, me vuelve a decir. Casi me da algo. Poder verle cada quince días en el Calderón me realizaría -ya completamente- como persona. Juan Román no fichó nunca por el Atlético de Madrid, en su lugar marchó a la ciudad de Villarreal, ciudad por cierto que jamás contempló tan exquisito y bello fútbol con Riquelme en su filas. Ni que decir tiene que me cagué en Pericles y hasta en su padre.

El genio lo tiene Curro, como lo tiene Román, como lo tuvo Silvio. Con los años uno va comprendiendo lo de los tifosi de Curro. Si hay que planear las vacaciones en torno una figura de este tronío, se planean. Y si en Jujuy, el torero hace un partido lamentable de ver, pues uno se lo dice "Román, hoy estuviste horroroso, pendejo; la próxima vez te va a ver la concha de tu madre, boludo". Pero tras pensárselo dos veces lo coje otra vez ya de camino al autobús y le espeta; "Bueno, la concha de tu madre y yo, cabrón".

sábado, 23 de octubre de 2010

Lo diré claramente

Un hombre solitario, un titán anti-sistema, contra el Estado y la ley, su plática en el minuto 1:04 no tiene parangón.